jueves, 14 de abril de 2011

Capitulo 5 “EL VACIO”


Soledad, suena bien para mí. Creo que me sienta bien. Estoy sola, no recuerdo nada ni  a nadie, tampoco tengo a nadie, que desalentador, podría haberme puesto no se “Compañía”. No, ese nombre no existe.
De repente alguien interrumpió mi cadena de pensamientos:
-¿Esta aquí?, ¿Me oye?- era la mayor de los hermanos.
-Sí, si- medio tartamudee – estoy aquí- me sentía avergonzada. Como era capaz de internarme en mis delirios cuando debía cuidar de los niños. Tantas cosas en mi cabeza ya no cabían.
-Pues parecía que no. Mi hermano y yo tenemos hambre ¿Qué va a hacer de comer?- dijo prepotente.
-¿Tengo que cocinar?- interrogue preocupada. Pero que pregunta tonta. Quién mas lo haría si no era yo. Lo peor de todo es que de cocina decir que no sabía nada ya era demasiado ¿Habré cocinado alguna vez en mi vida? Que dilema.
-Y si tiene que cocinar Soledad, yo solo sé hacer huevo duro y créame que nos hemos cansado de comerlos- se sincero la muchacha.
-Bueno, de acuerdo. No debe ser tan difícil ¿Qué les gustaría?- pregunte despreocupada. Pero por dentro me comían los nervios.
-¡Pollo al horno!- grito Facundo, el más pequeño de los hermanos.
-¿Y a ti que te parece?- cuestione a la niña, pero no recordaba el nombre y propuse repreguntárselo- ¿Cómo te llamabas?
-Edit, y pollo al horno me parece una muy buena idea- expreso rápidamente
En ese instante suena el timbre. Era mi salvación Segundo.
-Qué bueno que hayas venido a visitarnos- dije con alegría. Me caía como anillo al dedo.
-Quería saludarlos y ver cómo iban las cosas. ¿Pero por que tanto entusiasmo?- sospechó
-¿Sabes hacer pollo al horno?- pregunté
-Sí, obviamente. Un clásico de la cocina- alardeo en broma.
-Entonces ¿Qué te parece si nos cocinas uno y  te quedas a comer?
Este estaba por contestar pero Edit se le adelanto:
-Espera Soledad, este hombre yo no lo conozco y por más que sea tu novio a mi casa no entra cualquiera- dijo muy segura.
Segundo comenzó a reír a carcajadas. Yo me sonroje de los nervios. La niña pensó que éramos pareja, algo que no me molestaría pero a él le daba gracia.
-¿De qué se ríe?- cuestiono Facundo que estaba totalmente desubicado de la situación.
-Es que- no pudo terminar de hablar que volvió a reír. Después de unos instantes pareció recuperar la cordura-¿Te llamas Soledad?
-Por ahora sí, lo elegí yo ¿Te gusta?- le pregunte
-Pues es muy cómico, digo por tu situación- me contesto. Quede anonadada. Que hombre imbécil.
-Idiota- le dije enfadada. Se reía de mi nombre lo que me faltaba, soportar que alguien se burlara de mi amnesia.
-Perdón, ya se soy un inmaduro- se disculpo-No debí decir eso ni reírme tampoco, lo lamento- se avergonzó.   
-Dejen de pelearse, arrumacos a otro lado- dijo Edit decidida
-No somos novios, es solo un conocido- le explique aun resentida- El es quien llevo a tus padres al hospital.
-Ah! Entonces eres Segundo
-Si el mismo y hoy cocino para ustedes ¿De acuerdo?- dijo buscando complicidad en los niños.
Yo aun estaba enojada así que me impuse:
-¿Cómo? La niña dijo que no quería, entonces debes – No pude finalizar la frase que Segundo la interrumpe dándome un beso en la mejilla. Los niños comenzaron a reír. Su beso me provoco un escalofrió, pero de los lindos y ya no puede echarlo.
Continua el cap5  luego mas tarde sigoo!!El titulo adelanta un poco lo que va a pasar

martes, 12 de abril de 2011

Capitulo 4 “¿Celos?”

Estaba sola, sentada en una silla de la sala de espera del hospital esperando al doctor. Segundo había ido por unas tazas de café a la cafetería del mismo.
Para pasar el tiempo observaba a las personas, a los rostros  de estas más precisamente, tenía la vaga ilusión de reconocer a alguien pero esa tarea se tornaba desalentadora ya que nadie parecía conocer.
Entre tantos rostros reconocí a Segundo con sus pasos atropellados y bruscos, no sé ni cómo no había derramado una gota de café en el camino:
-¡Cuidado! – le advertí mientras se acercaba.
- Aquí tienes tu café, no conseguí galletas de chocolate así que traje unas de avena ¿Te gustan?- me pregunto.
-En verdad no lo recuerdo pero probare una a ver si me gustan.
Tome una galleta, la partí a la mitad y comí una de esas mitades. Cuando masticaba sentí un sabor repulsivo, una vez que logre tragarla esta raspaba y hacia arder mi laringe. Fue horrible. No le di importancia y no comí ninguna más.
-Segundo, me había olvidado. ¡Hay que llamar a los hijos del matrimonio!- dije con desespero cuando volvió a mi mente el recuerdo.
- No te preocupes, Carolina- la señora Gómez- ya los ha llamado desde la cafetería y les hablo de ti. Pero déjame decirte algo, no te enojes- me dijo preocupado.
- Pregúntame lo que quieras, aunque por tu tono me da miedo lo que puedas llegar a decir- le fui sincera.
- Tu rostro está muy hinchado, tienes como una especie de ronchas por toda tu cara y cuello- dijo asombrado
-¿Cómo? ¡Qué sucede! –pregunte aterrada.
No sabía que me sucedía estaba alterada, nunca había experimentado nada así, por lo menos desde que Segundo me encontró a orillas del mar que es hasta donde recordaba.
Por suerte ya se acercaba el doctor para atenderme.
-Doctor que es lo que me sucede en el rostro- dije de inmediato una vez en el consultorio.
-Tranquila, parece solo una alergia ¿A que eres alérgica?- pregunto con serenidad.
-No lo recuerdo- dije avergonzada.
- ¿Has ingerido algo recientemente? ¿Has permanecido mucho tiempo en un lugar cerrado?- pregunto.
- En un lugar cerrado no, pero tomo una taza de café y comió un pedazo de galleta de avena- respondió por mi Segundo.
-Gracias por la información, pero quisiera que la próxima pregunta la respondiera la señorita- dijo el doctor muy amable- ¿Qué sintió cuando la ingirió?
Mire Segundo antes de hablar, se lo notaba un poco irritado, y luego conteste:
-Pues repulsión y ardor al tragarla – dije sincera
-Temo decirle que tal vez sea alérgica a la avena, hacen falta algunos estudios pero estoy casi seguro- dijo el doctor mientras realizaba unas ordenes para poder llevar a cabo mis exámenes.
-A seguro se lo llevaron preso – bromeo Segundo. Aun le había quedado la espina de cuando doctor lo hiso callar.
El médico sonrió falsamente. A mi parecer el comentario no le había caído bien pero intento disimularlo.
-¿Cuál es su nombre? Olvide preguntarle- me dijo el doctor
-Era a eso a lo que venía.
Hiso un gesto de confusión y expreso:
-Haber, explíquese
-Es que no recuerdo mi nombre, ni quién soy, ni de dónde vengo, ni nada de nada. No poseo ni un recuerdo de mi pasado. Un doctor de un pueblo me dijo que podía ser Amnesia.
- Me parece que esto es algo serio. Debo revisarla. Para ello necesito el consultorio vacio- dijo refiriéndose Segundo- no quiere retirarse de la sala así puedo revisar a la señorita- le pidió el profesional.
- Pero ¿Por qué? Usted es un extraño. No pienso dejarla sola- dijo renegado
El doctor se sorprendió frente a la actitud que había tomado Segundo.
-Por favor, es el médico, deja que me revise sino no podre saber que tengo- trate de persuadirlo para que deje su actitud infantil y se retire del consultorio.
-De acuerdo, pero solo porque tú me lo pides- dijo resignado. Dio media vuelta y se retiro con la cabeza gacha.
Una vez a solas con el doctor, este me realizo un control de rutina con diferentes aparatos. Luego completo unas planillas y cuando parecía terminarlas interrumpió:
-Son para unos estudios señorita y cuanto antes lo haga mejor
-De acuerdo-tome las ordenes
-Perfecto, cuando tenga los estudios no olvide consultarme - me advirtió- Solo déjeme decirle una cosa antes de irse, ¿Tiene algún recuerdo aunque sea un mínimo de su pasado?
-Solo uno, aunque no logre descifrarlo del todo- respondí
-Eso es esperanzador, si es correcto su diagnostico aproximado, puede que pronto recupere la memoria- me explico y se despidió con un –Espero verla pronto.
Le sonreí y me retire de la sala.
Estaba eufórica al saber que tal vez pronto recuperaría mi memoria. Sin embargo no quería ilusionarme demasiado.
Segundo me esperaba en una silla de la sala de espera con cara de pocos amigos. Me acerque a él.
-¿Qué te pasa?- le pregunte intrigada, pero interiormente sabia de que se trataba ese inaudito enojo.
-No importa que me pase, ¿Qué te dijo el intelectual doctorcito? – me pregunto irónico.
-Pues que puede ser amnesia y que quizás pronto recupere la memoria- conteste e hice caso omiso a su enfado.
-Ah, nada que no supiéramos-dijo menospreciando los saberes del doctor.
-Y también me encomendó unos estudios
-Mira que bien – dijo otra vez irónico. Lo cual me harto. Acababa de descubrir una nueva faceta de mi personalidad, la falta de paciencia, menos si se trataba de hombres inmaduros. Entonces decidí irle de frente:
-Ya te lo pregunte, pero lo voy a volver a preguntar y mejor que esta vez me respondas- dije seria y elevando el tono de voz- ¿Qué te sucede? No pienso ir todo un viaje con tu mal genio.
-¡Nada!- me grito- No te alteres. Mira soy un imbécil,  no me hagas caso ¿De acuerdo? – dijo sin poder explicarse.
- Esa respuesta no me basta, pero si no quieres responder por lo menos cambia la cara- dije directa.
El viaje fue silencioso como de costumbre. Pero por suerte el mal humor de Segundo se había ido. No podía creer lo infantil que podría llegar a ser una persona, pero nadie es perfecto ¿No?
Una vez en el pueblo nos dirigimos hasta la casa de la familia Gómez ya que yo debía cuidar de los pequeños. Ya en la puerta me baje de inmediato de la camioneta, Segundo puso el motor  en marcha otra vez y desapareció entre las nubes de polvareda.
Toque el timbre de la pequeña vivienda. Después de unos instantes una niña, más bien una señorita, abrió la puerta.
-Hola, usted es quien nos va a cuidar- pregunto desconfiada
-Si esa misma- dije con seguridad
-¿Cuál es su nombre?- cuestiono esta
-Soledad – decidí llamarme así, ya que como no recordaba mi nombre debía ponerme uno mientras tanto.

domingo, 10 de abril de 2011

Capitulo 3 “El accidente”

-¡Despierta! ¡Vamos!- sentía a alguien decir muy a lo lejos, pero esa voz se  sentía cada vez más cerca, hasta que la reconocí. Era la voz de Segundo que estaba tratando de despertarme. Quería hacerle caso omiso a sus gritos, estaba demasiado fatigada. No podía creer la manera tan grotesca que tenia él para despertar a alguien .Su griterío logro irritarme pero no pensaba despertar hasta que recordé que debía ir al hospital y me levante de inmediato:
-Hola – dije adormecida- ¿Qué hora es?- pregunte intrigada, tenía miedo de que fuera tarde.
-Las cinco de la mañana muchacha, vamos que se hace tarde-   me respondió- Todavía nos queda desayunar y una hora de viaje hasta el hospital.
“Pero que temprano, pero que exagerado” pensaba. Con razón tenía tanto sueño, había logrado dormirme recién alas tres y media de la madrugada.
-Segundo, no desesperes todavía es temprano- trate de desacelerarlo. Estaba ansioso, nervioso y preocupado a la vez, como si lo que me sucedía a mi le sucediera él.- Yo debería estar así no tu- le explique y un poco lo rete también.  
- Lose, mi madre siempre me decía lo ansioso que me ponía en situaciones, bueno - pensó un momento- complicadas. En cambio tu pareces muy tranquila ¿Cómo puedes estar tan calma y serena?
-No lo sé, no lo puedo evitar – bromee y reí.
Éramos de tan diferente carácter y sin embargo lograba atraerme cada vez más.
Luego de asearme con mucho desgano, el me esperaba con una taza de té caliente, lo tomamos a las apuradas, ya que el no lograba apaciguarse.
Pronto estábamos camino a la cuidad. Todavía no había amanecido, la ruta estaba silenciosa y desolada. Pero entre la oscuridad se veía una luz. Pensé que era un auto en camino, sin embargo la luz no se movía, siempre en el mismo lugar y cada vez estábamos más cerca de ella. Cuando logre visualizar de donde procedía, alerte a Segundo ya que esta era de un auto ,pero no en camino si no chocado contra un árbol.
-¡Segundo! ¡Un accidente!- dije con desesperación.
-Quédate aquí iré a ver- dijo con rapidez  y bajo de la camioneta.
- Ten cuidado- le advertí. Mientras tanto observaba por la ventanilla con impaciencia. Vi a Segundo intentando sacar algo del auto, entonces me decidi a bajar y ayudarlo.
-¿Qué sucede? ¿Te ayudo? – le pregunte
-Hay dos personas, una mujer y un hombre, hay que ayudarlos- repondio.
Juntos logramos sacar a las personas del auto. Ambos estaban muy heridos pero la situación del hombre era más grave. La mujer había logrado recuperar la conciencia y lloraba sin parar al lado de su marido que aun permanecía inconsciente.
Fueron con nosotros en la camioneta ya que nos dirigíamos al hospital. De pronto la mujer dejo de sollozar y nos dirigió la palabra.
-Muchas gracias, gracias, se los agradezco de corazón. Disculpen si no lo dije antes pero mi espeso está muriendo y nada puedo hacer- agradeció y luego bajo la mirada otra vez hacia su marido.
-No te disculpes, mejor tranquilícese que ya estamos por llegar- trato de aliviarla Segundo.
- Si, mejor tome todo con calma, ambos rezaremos por su esposo. Además usted también esta herida y debe cuidarse- le explique.
-Pero es que no saben-intento excusarse pero volvió a callar. No quise preguntar pero Segundo insistió.
-¿Qué es lo que no sabemos? – cuestiono él y me sonó totalmente entrometido.
Pasaron unos segundos y la mujer se resigno a contestarle.
-Estábamos regresando de una cena con amigos y Carlos- su marido –estaba algo pasado de copas, yo le dije que no tomase pero como siempre no me hiso caso, no me hiso caso – se lamento- mis hijos están solos en casa, le prometí llegar de madrugada, sabía que no debía dejarlos solos aunque fuesen solo unas horas. Deben de estar preocupados, más bien la mayor debe estarlo, el pequeño que entiende.
- ¿Qué edad tienen sus hijos? – le pregunte
-La mayor tiene quince años y el menor ocho, deben estar preocupadísimos, desesperados- no paraba de lamentarse.
-Nada logra sollozando, mejor será esperar a llegar al hospital y de allí los llamas para tranquilizarlos- le dijo Segundo -¿Donde viven?-pregunto
-En un pequeño pueblo, cerca de donde nos encontraron, ahora realmente no recuerdo el nombre hace poco que vivimos allí
-Puede ser que ustedes sean entonces los nuevos vecinos García, Gonzales- trataba de recordar el apellido de esa familia para así saber si eran ellos.
-Gómez- dijo con desgano la señora.
-Si esos mismos, si quiere puedo ayudarles yo soy de allí también- explico Segundo.
-Que alegría- expreso la mujer con entusiasmo
-Si quiere puedo cuidar de sus hijos hasta que regrese, no tengo nada mejor que hacer-me ofrecí
A la mujer le agrado la idea, confiaba en mí y en Segundo ya que los habíamos ayudado sin ningún otro tipo de interés.
-Entonces te dejare algo de dinero y puedes dormir en mi casa mientras cuidas de mis niños- me dijo la mujer.
-Perfecto- no tenía un lugar a donde ir y no quería seguir molestando a Segundo- Deja a sus hijos en buenas manos no sé si en las mejores pero hare lo posible. No se preocupe- le exprese con sinceridad.
Llegamos al hospital y al señor Gómez lo atendieron de inmediato. A su mujer también.

viernes, 25 de febrero de 2011

Sin Memoria Cap.2 : Mi primer recuerdo

Salimos de la sala de emergencias y nos despedimos del doctor.
Mientras Segundo  se subía a su camioneta, pensaba en que iba a hacer sola en medio de un pueblo fantasma por donde comenzaría a buscar conocidos y lo mas importante como haría para llegar al hospital y tener un buen diagnostico. Pero Segundo interrumpió mi cadena de pensamientos.
-Señorita ¿no piensa subir a la camioneta?- pregunto
-Creí que se iría a su casa y me dejaría aquí- tuve que admitirlo, no se me había ocurrido nada que inventar.
-Eso sería muy cruel, al menos la dejare en un albergue transitorio- dijo en tono de broma- solo era un chiste.
-Entonces ¿Donde piensa llevarme?- le pregunte, pero mi voz no sonó temerosa como hubiera querido sino  mas bien sonó como una pregunta sin importancia.
-Pues a mi cabaña- esa idea no me agradaba, entonces hice un gesto de desaprobación- No se asuste, tengo una habitación libre, en la mañana la llevare hasta el hospital y si usted así lo desea no la veré mas- me explicó.
-En verdad no quiero molestarlo y la idea del alberge no me parece tan mala-mentí, me daba mucha vergüenza aceptar su oferta,  además de que aun, tal vez por instinto, desconfiaba de él. Pero era tanta la atracción que sentía hacia Segundo que me era imposible decir un simple no.
- Por favor, no quiero dejarla aquí sola, la culpa me mataría- admitió con voz sincera.
-De acuerdo- acepte desconfiada. No podía decir no frente a semejante declaración.
-Prometo que si algo le molesta o si yo mismo le molesto puede decírmelo y la dejare ir en paz- dijo preocupado.
-Está bien si algo me molesta se lo diré- dije automatícenme y luego le sonreí.
Me subí a su camioneta en el asiento de acompañante, él arranco y fuimos rumbo a su pequeña casa.
 El viaje fue silencioso solo se escuchaban ambas respiraciones. En ese transcurso descubrí que me irritaba sobre manera el silencio, no podía soportarlo. “Di algo, di algo”, me repetía  a mí misma.
“¿Por qué no habla? ¿Será tímido? ¿Le gustara en silencio ya que vive en este pueblo?”, pensaba.
Pronto llegamos a su cabaña, era un tanto rustica pero acogedora.
-Entra- me invito
-Claro- respondí- bonita casa- mentí, quería parecer amable ya que me abría las puertas de su hogar siendo yo para él una perfecta extraña.
Una vez dentro, rápidamente me dirigió a un pequeño cuarto con una cama bastante antigua.
-Esta será tu habitación por esta noche - me enseño
-Linda – mentí
-Si tú lo dices- se sonrojo.
Luego se dirigió a la habitación de en frente. Reviso un armario y después un modular hasta que al fin pareció encontrar lo que quería. El traía consigo un vestido grande, floreado y con una gran mancha blanca que seguro seria de lavandina.
-¿Qué es esto?- pregunte con curiosidad
- Es un vestido de mi finada madre, te lo traje para que lo uses por hoy, debes bañarte y no tienes ropa. Cuando la tuya este limpia y saca te la vuelves a poner- me explico.
Era un tanto gracioso tener que usar ese enorme y anticuado vestido pero no podía decir que no, la ropa que llevaba está demasiado sucia .Además el gesto de Segundo me pareció tan dulce e inocente que me dio pena negarme.
Con ese mal gusto para elegir ropa seguramente ha tenido pocas mujeres a su lado al menos con buen gusto.
-¡Gracias!- exclame fingiendo agradecimiento.
Llegada la noche y sola recostada en el extraño cuarto, observaba un cuadro pequeño con  una foto de bodas, este estaba sobre la mesa de luz. De repente llego un lejano recuerdo. Era yo con un vestido largo, blanco y una mujer morocha, a la que no se le distinguía el rostro, retocándolo. Pronto el recuerdo se desvaneció. Este era una de las tantas piezas pérdidas del gran rompecabezas que debía armar para poder recuperar mi enterado pasado, hoy desconocido y olvidado para mí.
Quería expresar este episodio a alguien pero sentía pena de despertar a Segundo después de ese día tan agotador. Entonces observe en una mesa ratona que estaba en el cuarto, un viejo cuaderno con hojas amarillentas. En puntillas de pie y en silencio, recorrí la cabaña, que poco conocía, hasta encontrar algo con que escribir. Halle una birome, me dirigí otra vez al cuarto y comencé a escribir este diario.
Me pase toda la noche pensando en el recuerdo y me preguntaba “¿sería una novia? ¿Me abre casado? ¿O solo era una fiesta de gala? Esa mujer ¿Quién será? ¿Una modista o una amiga o una hermana o mi madre?”
Entonces se me ocurrió tratar de recordar el rostro de esa mujer morocha, tal vez así podría descubrir algo más de mi pasado. Pero más intentaba recordar más lejos estaba el recuerdo. Antes de perderlo del todo decidí no pensar más en él y concentrarme en que debía dormir ya que en cuanto amaneciera iría con Segundo al hospital más cercano para confirmar mi diagnostico aproximado.
Pronto mis ojos se cerraron, deje atrás ese extraño recuerdo y me interne en mis sueños hasta el amanecer.

jueves, 24 de febrero de 2011

Sin Memoria Cap.1 : Diagnostico aproximado

Desperté a orillas del mar en brazos de un hombre. El vestía una musculosa blanca que al estar mojada se habia adherido a su cuerpo notablemente trabajado. Su rostro era sorprendente con rasgos muy grotescos, sus ojos color miel hacían doblemente difícil la tarea de no perderme en el, tenia bello en toda su barbilla pero eran demasiado cortos para ser una barba. Su cabello risado color castaño dejaba caer gotas de agua desde sus puntas que acariciaban mis mejillas . Me resultaba un ser de ensueños de esos que nunca podrían existir.
Quería hablarle, pero a tiempo me di cuenta que no sabia como presentarme, no recordaba mi nombre, mi edad, quien era, por que estaba aquí.
Muchas preguntas aparecieron en mi cabeza a la vez, estaba aturdida y desconcertada. Mi mente no poseia ni un diminuto recuerdo, era desesperante.
De repente el hombre hablo.
-Señorita- dijo- ¿Esta bien?, ¿Que hacia en medio del mar?, ¿Intentaba suicidarse?...
No paraba de cuestionarme cosas que ni yo sabia la respuesta. En ese momento pensé que seria realmente perfecto si mantuviera su boca cerrada al menos por un segundo.
Al final el habia terminado de parlotear, pero estaba tan aturdida que no sabia como responder sin articular mal las palabras, pero antes de que logre decir algo el se me adelanto.
-Disculpe, debo haberla mareado- se disculpo- es que cuando mis nervios atacan se me hace muy difícil parar de hablar, temo haber dicho algo que no debía- se disculpo y temío.
Después de unos segundos que tarde en encontrar la forma correcta para expresarme hable.
-¿Quien eres? ¿por que estoy aqui? ¿sabe como me llamo?- me detuve en esa ultima pregunta no queria marearlo como el ya lo había hacho conmigo.
-Mi nombre es Segundo, esta aqui por que  acabo de salvarla de una muerte segura en el oceano y como se llama no tengo la menor idea- contesto rápidamente mis preguntas.
No sabia si creerle, pero a quien mas preguntaria, no tenia opción debia confiar en el.
-¿Es verdad que no recuerda quien es?- me preguntó
-No, no se quien soy, de donde vengo, por que apareci aqui y menos quien es usted - medio le desconfié.
-Que no me recuerde lo comprendo ya que es la primera vez que nos vemos, pero que no sepa quien es , es para preocuparse y ver al médico.
Me quede sin palabras. Poco después llegamos hacia su camioneta y el me deposito en el aciento de copiloto.
Es menos de un pestañeo estábamos en al puerta de una sala de emergencias, la curiosidad me mato y tuve que preguntarle.
-¿No hay hospital?
-No, este es un pueblo muy pequeño, para llegar a uno debemos viajar hasta la cuidad, ¿ si usted quiere la llevo?
- No, por favor , demasiado hizo por mi  hoy primero salvando mi vida y luego trayéndome hasta aqui.
Entramos a la sala y pronto un doctor de avanazada edad y con grandes anteojos nos atendió.
-¿Quien es el enfermo?- pregunto en tono bromista.
-La señorita- contesto Segundo
-¿Nombre de la paciente?- me pregunto
Con vergüenza y timidez respondí.
-No lo se
-Bonito nombre - mufó, era un hombre con demasiado sentido del humor para mi gusto
- Entonces , la señorita no sabe su nombre- pensó- ¿Esto no sera una broma? si no los he pillado.
-No, no- me defendió Segundo y contó toda la historia al doctor.
Este me hizo un chequeo de rutina y se preparo para el diagnostico. Segundo parecía muy atento y curioso si hubiese estado aburrido, lo disimulo tan bien que se hubiese merecido un  Oscar al mejor actor.
-Solo puedo decirle que tuvo un principio de hipotermia pero esta controlado, respecto a su falta de memoria temo que pueda ser agnecia- diagnostico el doctor.
-¿Agnecia? -pregunte -¿que es eso?
-Simplificando, usted no tiene recuerdos de su pasado y tal vez jamas los recupere o solo puede ser algo temporal.
-Pero ¿como sabrá donde vive o si tiene familia?- dijo Segundo en tono desesperado
- Abra que esperar, esto es solo un diagnostico aproximado, les recomiendo que vallan al hospital de las cuidad, allí podrán hacerle estudios y encontrara a mejores médicos y no aun viejo decrepito- se rio de si mismo.
No quise animarlo ya que ni so se extendería demasiado la consulta.
Pero por lo menos tenia un diagnostico aproximado y un hombre que se preocupaba por mi o eso creia.

Sin Memoria (Novela)

Bueno esta es una novela que estoy escribiendo , aunque para algunos la idea este trillada yo la creo por lo menos algo original y les paso a contar mas o menos de que se trata.
Esta historia esta escrita en primera persona por la protagonista todo comienza  cuando la misma despierta a orillas del mar y ve a un hombre muy apuesto que se acerca a socorrerla. Cuando intenta presentarse descubre que no recordaba su nombre y que su mente no poseía ni un diminuto recuerdo de su pasado. Desde ese momento comienza su búsqueda , la búsqueda de su memoria . Segundo el hombre que la encontró, la compaña en  la misma . Pronto terminan enamorándose pero lo que ninguno de ellos sabe es que ella tiene un marido y dos hijas que la esperan pero dudosamente la buscan.
Segundo un hombre de pueblo y pocos recursos, su marido un hombre prestigioso y con un gran caudal de dinero. ¿Como ella se enamora de dos seres tan antagónicos? ¿La perdida de memoria cambiara su visión respecto a la vida? ¿Se reencontrara con su familia? ¿Que pasara con Segundo? ¿Cual es la verdadera razón por la cual ella termina casi ahogada en medio del mar?
PRONTO EL PRIMER CAPITULO